Las personas solemos ser cómodas y nos cuesta cambiar conductas, preferimos seguir haciendo lo mismo. Pero en algún momento somos conscientes de que algo funciona mal en la interacción y es necesario hacer modificaciones.
Las mujeres por lo general, llegan a este punto aunque su forma de encarar la situación sea tratar de cambiar al otro. Exponen su parecer, justifican su actitud e intentan convencer al otro de la necesidad del cambio.
Los hombres saben que cambiar al otro es difícil y no están dispuestos a hacerlo, así que mejor evitan el problema y hacen como que nada ocurre. No escuchan.
La comunicación asertiva es el mejor instrumento de cambio para ambos. Plantear lo que uno siente ante una situación, sin culpar al otro, es el secreto de una buena comunicación. Es fundamental comenzar la oración con YO en lugar de TÚ, que resulta acusativo. Por ejemplo: “YO me siento mal cuando ocurre tal cosa, te lo digo para que lo tengas en cuenta” en lugar de decir “TÚ me arruinas las tardes”. Esta forma acusativa hace que la otra persona se defienda en lugar de escuchar.
Una forma de decir lo mal que nos sentimos sin herir al otro puede ser: “Hoy fue un día difícil. Me gustaría que me abraces., quiero recobrar fuerzas”. Este pedido valida al compañero y le da un lugar: es él quien consuela, su abrazo es poderoso. Y es muy diferente a “Estoy harta, pasé un día infernal”; esta queja paraliza al otro, ya que no le da una pista de lo que puede hacer.
Así que recuerda, quien habla asertivamente tiene más posibilidades de encontrar una verdadera escucha, que dicho sea de paso, no es solo quedarse en silencio, sino abrir el corazón.