En vínculos tan cercanos, una actitud culposa puede dañar nuestra capacidad de disfrutar la vida.

“Una madre nos lleva nueve meses en su vientre y luego nosotros la llevamos durante toda la vida”, dijo un reconocido escritor español. Y en realidad, tiene razón.

Las modalidades de nuestra madre terminan por incorporársenos, por internalizarse, por formar parte de nosotros mismos casi sin que nos demos cuenta.  Más aún,  si esa madre es culpabilizadora, nuestra vida psicológica y afectiva se verá afectada inconscientemente por esa presencia imperceptible que hemos internalizado y cuya forma de mirar el mundo hemos adoptado parcial o totalmente sin darnos cuenta.

No es estrictamente necesario que esa madre siga a nuestro lado para que nos afecten sus comentarios. Quienes viven alejados o incluso quienes la han perdido, pueden mantener vigentes y de manera inconsciente sus mismas convicciones, sus mismos mensajes culposos y frenadores.

¿Cómo saber si hemos internalizado a una madre con estas características?

Nuestra conducta puede darnos algunas pistas certeras:

  • Las actitudes de autoafirmación nos generan cierta culpa. Por ejemplo, nos hace sentir mal ocuparnos de nuestros asuntos como: gastar en comprarnos ropa, dedicarnos a lo que nos gusta, levantarnos tarde, irnos de vacaciones sin invitarla o, sencillamente, experimentar una sensación de dicha y plenitud.

 

  • Tenemos dificultades para aceptar halagos. Estamos convencidos de que nunca hacemos las cosas del todo bien.

 

  • Nos cuesta aceptar un papel protagónico en la vida. Hacerlo significaría autoafirmarnos, pensar que estamos en lo correcto, reconocer nuestros méritos.

 

  • Nuestra capacidad de disfrute está seriamente dañada. Nos cuesta disfrutar de los regalos que nos da la vida e incluso de las cosas que nos hemos ganado gracias a nuestro esfuerzo, ya se trate de un trabajo, un mejor ingreso económico, una pareja armónica, una relación sexual apasionada, o la simple aceptación de que traemos puestos unos lindos zapatos.

 

Identikit: La madre culpabilizadora.

Reconocer si estamos ante una situación de este tipo es el primer paso para comenzar a revertirla. ¿Quieres saber cómo es una madre así? Toma nota:

  • Se mantiene en el sufrimiento. Nadie ha sufrido más que ella en la niñez, en el parto, en el cuidado de los hijos, en su matrimonio…y, por supuesto nadie ha sufrido más que ella a causa de nuestra mala conducta.

 

  • Nos declara culpables de su sufrimiento. Nuestras acciones son tomadas como actitudes para perjudicarla, ya se trate de una pareja que no le guste, o un proyecto al que no dio el visto bueno.

 

  • Mina nuestra autoestima. Con comentarios como: “esa blusa es demasiado llamativa, siempre quieres ser el centro de  atención”

 

  • Envía mensajes subliminales. Sus críticas no siempre son directas. Por ejemplo, si desaprueba un gasto que hemos hecho, nos dice: “Tu prima sí que sabe vivir, es muy ahorrativa”. Si fuimos a una fiesta para la que nos arreglamos mucho desde su perspectiva, dice “la que luce espectacular es tu amiga, sencillita y sin tanto querer resaltar”. Estos mensajes pueden no ser comprendidos en su totalidad cuando se emiten, pero terminarán determinando nuestra autoimagen.

 

  • Nos recuerda deudas pendientes. En el momento menos pensado, nos recuerda una vez que le contestamos mal en la infancia, una vez que la desobedecimos, una cosa o decisión que hicimos a nuestro gusto y no al de ella… No importa que haya ocurrido en la prehistoria de nuestra vida, ella siempre se las ingenia para poner al día esa “deuda”.

 

Tips que te pueden ser de utilidad para ir aligerando esa carga que no es tuya.

Convivir con la madre culpabilizadora que llevamos dentro no es una tarea fácil. Es difícil desalojarla, sobre todo porque es una habitante invisible y silenciosa, de la que no somos conscientes. Afortunadamente, existen estrategias para convivir con sus cosas buenas, sin dejar que nos haga sentir culpables por todo.

Tomar conciencia de su influencia negativa es un paso fundamental. Pero es preciso buscar el modo de neutralizar estas actitudes que tanto nos afectan.

  • Fortalece tu autoestima. Cuanto más lo logres, menor será la tendencia a sentir culpa por todo lo que haces.

 

  • Reflexiona antes de actuar. No te dejes guiar por tus impulsos. Cuando se ha internalizado a una madre culpabilizadora, tendemos a actuar de acuerdo con sus deseos y no a los nuestros. Si rechazaste, por ejemplo una invitación a un proyecto fuera de tu ciudad porque implicaría mudarte lejos de ella, pregúntate si estás cumpliendo con tu deseo o el deseo de tu madre.

 

  • No te enganches. Ante los planteamientos retrospectivos de tu madre, no te involucres emocionalmente, (todos los reproches de su sufrimiento, sus miedos y sus culpas) si es necesario realiza un letrero grande que lo tengas a la vista que diga “Los pagos por deudas ficticias están cancelados” y sigue tu camino de vida.

 

  • Permítete disfrutar. Desde una mañana de sol hasta un suntuoso viaje que tanto mereces, una cena deliciosa en el lugar más caro que tanto has anhelado, el auto de tus sueños que cubra tus necesidades, no las de ella, siéntete merecedor de las mejores cosas de la vida, porque realmente lo vales.