“Debieron elegirme a mí y no a él/ella”, “Esa ropa luciría mejor en mí que en él/ella”, “Ojalá yo también lo tuviera”, “Debería haberlo conseguido yo”, “¿Por qué él/ella y yo no?” Estas y otras frases similares han sido pensadas y expresadas por  casi todas las personas en algún momento de sus vidas.

Todas ellas tienen un elemento en común: expresan el deseo de poseer algo que no es poseído por uno mismo y si por otros. Dicho de otro modo, todas estas expresiones hacen referencia a la envidia.

Y, a todo esto ¿qué es la envidia?

Cuando hablamos de envidia hacemos referencia a un sentimiento de incomodidad frustración y en ocasiones hasta de sufrimiento debido a la no tenencia de un bien, característica, relación o suceso deseado que desearíamos tener y otra persona sí posee, viéndose esta situación como injusta.

Por lo tanto, para considerar que estamos transitando por un sentimiento de envidia, existen tres condiciones básicas, siendo la primera de ellas que tiene que haber alguien ajeno al propio individuo que posea un bien, característica o logro concreto, la segunda que éste fenómeno, característica o posesión sea objeto de deseo para el individuo y por último, la tercera condición es que aparezca una sensación de disconfort, frustración o incluso sufrimiento ante la comparación entre quien lo desea y quien lo posee.

El sentimiento de la envidia nace de otro sentimiento, el de inferioridad y/o baja autoestima, ante la comparación entre los involucrados. Por lo regular los sentimientos de envidia se encuentran dirigidos hacia personas que se encuentran en niveles y estratos relativamente semejantes a los propios, puesto que individuos muy alejados de las propias características no suelen despertar la sensación de desigualdad que puede provocar alguien con circunstancias similares a las de uno mismo.

Además la envidia es considerada como uno de los siete pecados capitales por diversas corrientes religiosas, este sentimiento supone una atención desmedida en las características de los demás, obviando las propias cualidades. Supone también un obstáculo para el establecimiento de una relación sana, afectando e incluso en muchos de los casos destruyendo las relaciones interpersonales entre los involucrados, así como el mantenimiento de una autoestima positiva.