He elegido este tema ya que tristemente me doy cuenta que muchos de los padres no saben como estimular a sus hijos para que disfruten de su niñez, de su vida, y posteriormente logren ser los adultos estables, sociables, empáticos, responsables y dotados de valores que una sociedad sana requiere, por lo tanto empecemos definiendo que, “estimulación” como palabra viva- es una posibilidad de encuentro entre personas; es un pretexto para redescubrir el potencial de cada uno de nosotros y aprender a gozar el milagro de la vida, dejándonos cautivar, aprehender, emocionar y conquistar por ella.

La estimulación temprana es mucho más que una serie de ejercicios físicos e intelectuales que se desarrollan a lo largo de una rutina predeterminada. La estimulación multisensorial es una actitud de vida en la que el adulto ofrece al niño un panorama amplísimo para gozar cada segundo de estar despierto y estar dormido mientras los dos aprenden.

La estimulación temprana es gozar el silencio y el sonido; las ausencias y las presencias; las texturas, el cobijo y el frío; el éxito y la frustración; la espera y el tiempo compartido; el hambre y la satisfacción; el placer de tocar y el deseo; la construcción de un sueño y la emoción del recuerdo; la catarsis y el éxtasis ante todos y cada uno de los estímulos externos que provocan una nueva conexión en las neuronas y que nos hacen sentir, pensar, actuar, decidir.

La estimulación temprana se traduce en una vida de sorpresas intermitentes donde el mundo es tan amplio como el adulto y el niño quieran. Es bañarse un día en tina; otro, bajo el chorro de la regadera y otro, sobre el pasto de un jardín hermoso con la manguera misma que se riegan las plantas.

La estimulación multisensorial implica despertar el alma y no sólo la mente cuando a través de los cinco sentidos nos disponemos a conocer el mundo en el que hemos nacido; es escuchar una campana y escuchar el silencio para soñar el sonido; imitar el ritmo de un péndulo y asociarlo con el corazón de una madre emocionada mientras alimenta a su hijo; es acercar la nariz antes de probar un alimento y aprender a esperar a que el estómago diga si quiere o no quiere ingerir ese platillo.

La estimulación multisensorial es mirar y describir lo que miras, aprender los colores y ponerles un nombre; es conocer las dimensiones del espacio para descubrir que los límites nos cobijan, nos protegen y dan orden a la vida compartida bajo el techo de una casa donde cada uno tiene su nombre, su esencia, sus metas, sus dones, sus bienes. Es aprender a decir toma, dame, ayúdame, ven, vete, no quiero, si quiero, espera… Y darle a cada una de estas palabras el valor y el respeto que merecen a lo largo de la vida.

Todo esto, es aprender a gozar una caricia y a evitar un golpe; es comprender el lenguaje y no gritar; es admirar la belleza de un discurso amable sin palabras y detectar la mentira para impedirla; es oler el aroma especial de cada abrazo y besar con cariño una mejilla.

Estimular tempranamente a un niño es ante todo una acción buena y no, en definitiva, un trabajo pesado o de sacrificio; es darse la oportunidad de redescubrir el cuerpo, la mente y el alma gozando la vida; es renacer y crecer junto a un niño.

Es probar lo que han dicho los expertos: la inteligencia se conforma, en un 50 por ciento, de los cero a los dos años, y comprometerse con ese tiempo en el que no debimos estar dormidos, sino, más bien, despiertos para absorber el mundo y comprender, desde la cuna, quiénes somos y para que venimos al espacio terrestre.

Estimular tempranamente los sentidos de un niño es permitir que desarrolle su personalidad sin que nadie le niegue la posibilidad de ser él mismo quien descubra el Ser que vive dentro suyo, para que pronto aprenda a hacer lo que es y logre la congruencia que le falta al ser humano común y corriente atascado de no, no y más no en su mente ilimitada de sueños y frustraciones.

Estimular, a los niños con y sin discapacidad e incluso a los adultos y ancianos que por enfermedad o accidente ven limitados sus sentidos; estimular es decir Sí a la vida y aprovechar el tiempo para conocer el Bien, la belleza, el orden, la paz, el potencial de cada uno e intercambiar sueños y posibilidades para enriquecerla con alegría y contento. Es dar vida a la vida amorosa de unos padres y unos hijos; de hermanos a hermanos; o entre un grupo de amigos.

La plasticidad cerebral que tenemos para el resto de la vida, nos garantiza el disfrute de la estimulación temprana cada amanecer. Se dice que es temprana. Y yo creo que es así porque en esta tierra estamos de visita y la eternidad nos llama. Por eso, mientras haya vida hay tiempo de oler, escuchar, mirar, tocar, saborear; ejercitar el cuerpo y la mente para conectarnos, desde hoy, con la parte intacta del Ser en cada uno.

Quienes dentro de algunos años serán adultos, serán felices si hoy escuchan mensajes que les motiven a amarse y a amar a los demás; serán felices si reciben ideas y conceptos que les permitan confiar en los adultos de hoy; serán felices si nuestras palabras y acciones son promesas que se cumplen y proyectos que se realizan para lograr el bien de todos. Los niños de mañana serán como hayan sido hoy.

Quien de niño escuche que la vida no tiene sentido; quien vea a sus padres mentir y faltar a los compromisos adquiridos en familia y en comunidad; quien asuma como parte de su vida la cultura de la muerte; quien no encuentre en un adulto la comprensión y el cobijo a sus necesidades afectivas, espirituales e intelectuales será tal cual, cuando sea adulto, a menos que con el entorno social que vayamos construyendo, lo podamos librar de los riesgos y curar de las penas que haya vivido durante su infancia.

Así que recuerda…la estimulación multisensorial, es vivir día a día, es sentir a cada instante el aire que respiras, es darte y darle la oportunidad a todo aquel que amas de ser feliz, estimúlate diariamente y estimula, a tus hijos, a tu esposo (a) a tus padres, a tus hermanos, a tus amigos y disfruta tu estancia en esta experiencia tan maravillosa que es la vida.