A la hora de estudiar los efectos del divorcio en los hijos es difícil determinar si es el propio divorcio lo que les afecta o una serie de factores sociales que acompañan muy frecuentemente a la separación de las parejas. Entre los factores sociales destacan:
Pérdida de poder adquisitivo. La convivencia en común supone el ahorro de una serie de gastos que se comparten. La separación conlleva una pérdida de poder adquisitivo importante.
Cambio de domicilio, escuela y amigos. El divorcio de los padres conlleva cambios importantes en el entorno del hijo. El impacto que tiene este factor en el desarrollo y ajuste social del niño es muy importante.
Convivencia forzada con un padre o con miembros de la familia de alguno de ellos. No siempre la elección del padre con el que se convive es la que el niño quiere. La familia de los separados apoya el trabajo adicional y aporta frecuentemente el apoyo necesario para que el padre que se hace cargo del niño pueda realizar sus actividades laborales o de diversión. Este factor conlleva una convivencia con adultos, muchas veces muy enriquecedora y otras no tanto.
Disminución de la acción del padre con el que no conviven. El padre que no está permanentemente con su hijo deja de ejercer una influencia constante en él y no puede plantearse modificar comportamientos que no le gustan los fines de semana que le toca visita. Por otro lado, el niño pierde el acceso a las habilidades del padre que no convive con él, con la consiguiente disminución de sus posibilidades de formación.
Introducción de parejas nuevas de los padres. Es un factor con una tremenda importancia en la adaptación de los hijos y tiene un efecto importantísimo en la relación padre/hijo y es por ello importante que la nueva pareja de ambos o del que haya logrado un nuevo matrimonio, tenga una convivencia sana, amigable, empática, y equilibrada con los hijos de su nuevo cónyuge.
Si se dan, además factores emocionales en los padres que están divorciados, los efectos negativos en los hijos pueden multiplicarse. Por ejemplo:
Una mala aceptación del divorcio por uno de los padres puede llevarle a convivir con una persona deprimida u hostil.
Un divorcio conlleva de forma por su propia esencia una cierta hostilidad entre los padres. Cuando esa hostilidad se traslada a los hijos, intentando que tomen partido o que vean a la otra persona como un ser con muchos defectos, se está presionando al niño para que vea a su padre desde un punto de vista equivocado, porque tendrá muchos defectos; pero siempre será su padre. Si la hostilidad entre ellos persiste después del divorcio, es difícil que no afecte la convivencia con el niño.
Efectos de esos factores
En los niños cuyos padres se han divorciado y las diferencias con los niños cuyos padres continúan juntos:
Bajada en el rendimiento escolar.
Desequilibrio en la autoestima
Dificultades sociales
Dificultades emocionales como depresión, miedo, ansiedad,…
Problemas de conducta.
Efectos emocionales del divorcio en los hijos
Como siempre hay que señalar que las reacciones emocionales que se dan en los hijos no están predeterminadas. Dependen de un número importante de factores, como la historia del niño y la manera y habilidad que tiene para enfrentarse a la nueva situación que tiene una influencia tremenda en su vida.
Como orientación les comparto algunas de las reacciones que pueden aparecer dependiendo de la edad. Recuerden que son solamente orientativas pues cada niño es como cada caso de divorcio, totalmente diferente, por lo tanto, debe tratarse cada uno de forma personalizada.
De tres a cinco años:
Se creen culpables por no haber hecho la tarea o no haber comido. Su pensamiento mágico les lleva a tomar responsabilidades tremendamente imaginarias y dentro de su triste fantasía consideran que por su culpa sus padres se enojaron y no quieren vivir juntos.
Temen quedarse solos y abandonados. Hay que recordar que en estas edades los padres constituyen el universo entero de los niños y que la relación en la pareja es el medio en el que ellos están cuidados y mantenidos.
La edad más difícil es la de 6 a 12 años.
Se dan cuenta de que tienen un problema y que duele y no saben como reaccionar ante ese dolor.
Creen que los padres pueden volver a juntarse y presionan o realizan actos que no llevan más que a un sentimiento de fracaso o a problemas adicionales en la pareja.
Los adolescentes experimentan:
Miedo, soledad, depresión, y culpabilidad.
Dudan de su habilidad para casarse o para mantener su relación.
Como elemento a tener en cuenta en la asignación de los hijos a los padres es el hallazgo de que los hijos criados por el padre del mismo sexo se desarrollan mejor.
Para todo esto es importante tomar en cuenta que el divorcio no puede considerarse como una causa de problemas psicológicos, sino como un factor que hace a la persona más vulnerable.
Por ello es sumamente importante considerar el apoyo de un profesional (Psicólogo) quien ayudará a cada integrante de la familia o incluso solo a la pareja cuando así sea el caso, a llevar una terminación apropiada que les permita encontrar un nuevo camino sin tener que arrastrar los estragos de una relación en muchos de los casos desgastante.