Hola ¿cómo estás? Espero hayas disfrutado maravillosamente bien todas las celebridades navideñas y de fin de año, día de reyes y hasta los ricos tamales de la candelaria en compañía de la gente que más quieres, mis parabienes para ti, y toda tu familia, que este año sea de grandes descubrimientos, de realización de sueños y proyectos y que Dios te colme de salud, paz, éxito y felicidad.
Precisamente como estamos en el inicio de un nuevo año, es importante que todos en familia participemos para mejorar nuestra calidad de vida es por ello que este artículo te orientará para que ayudes a tus hijos a formarse hábitos que les proporcionen la creación de espacios de libertad.
Ya que, formar hábitos es enseñar a los niños a satisfacer sus necesidades de acuerdo con cierta organización, siguiendo un orden y un horario establecidos con anterioridad. Cuando el niño hace algo de la misma manera, a la misma hora y en el mismo sitio una y otra vez, acaba por realizarlo de manera automática y sin esfuerzo. Ya no tiene que pensar y decidir todos los días las mismas cosas.
Saber qué es lo que va a pasar, a que hora, cuándo y dónde, le da seguridad. Si después de comer es hora de jugar y a cierta hora debe hacer la tarea, luego jugar, ver la televisión, bañarse, escuchar un cuento, leer un libro e irse a dormir, el niño avanza confiado y sin tensión por un terreno desconocido.
Las rutinas estructuran la actividad del niño, lo ayudan a alcanzar sus metas diarias y le dan la libertad de utilizar su energía y su tiempo en lo que él quiera, y en lo que más le guste.
Cada familia tiene sus propias necesidades y sabe qué cosas son importantes para la convivencia. Lo ideal es que los padres definan junto con sus hijos los hábitos que han de seguir en su hogar, discutirlos y permitir que el niño haga propuestas. Cuando los acepte y se convenza de sus beneficios, se podrá llegar entonces a un compromiso para establecerlos.
Sin embargo, permíteme decirte que lo más difícil no es establecer los hábitos sino mantenerlos. Es importante que seamos firmes y constantes que no actuemos de una forma hoy y de otra mañana. Si establecemos que sólo se lava la ropa que encontremos dentro del cesto, la que no está ahí se quedará sucia. Cuando el niño crezca y se haga un adulto responsable, útil y ordenado, nos lo va a agradecer.
El orden es un hábito fundamental para el niño. Vivir en un ambiente desarreglado puede ser perturbador para la mayoría de las personas. Recuerda que el orden exterior nos da un orden interior, permite estructurar mejor las ideas y las actividades, encontrar sin esfuerzo las cosas que necesitamos, nos ayuda a ganar tiempo y hace la vida más agradable. Esto lo puedes comunicar a tus hijos con tu ejemplo.
Es muy importante enseñar a los niños a ser organizados, pues el orden en el trabajo facilita su aprendizaje y su desempeño escolar. Los primeros días en la escuela suelen ser un paraíso: el niño empieza el año con estuche nuevo, cuadernos limpios y ánimo entusiasta. Pero, esta felicidad puede durar muy poco. Si no establecemos los hábitos adecuados, en unas cuantas semanas veremos que pierde los lápices, confunde los cuadernos u olvida los libros. Le cuesta más trabajo estudiar, aprender y entender lo que escribió. La etapa escolar es ideal para desarrollar su fuerza de voluntad, enseñarle a terminar lo que empieza y a realizar bien su trabajo. Para ello se necesita el orden.
Introducir al niño en el mundo del orden no se da de la noche a la mañana: requiere de nuestra paciencia y nuestro esfuerzo constantes. Un buen comienzo es definir un sitio específico para guardar la ropa, los zapatos, los juguetes y los útiles escolares. Sino tenemos suficiente espacio, podemos colocar cajas al alcance de los niños y marcarlas con etiquetas que indiquen su contenido. Es importante enseñar a los niños a devolver a su lugar el objeto que acaba de utilizar., así, cuando lo necesite de nuevo, no tendrá problemas para encontrarlo. Conviene reconocer y apreciar el comportamiento del niño cuando es ordenado para animarlo y reforzar su conducta. Muchas veces ponemos nuestra atención en los actos negativos de los niños y olvidamos que apreciar las actitudes positivas es un mejor estímulo para él.
Es importante entender que es el niño quien debe ordenar sus cosas y su tiempo. A menudo algunos padres se cansan de esperar y arreglan el desorden de sus hijos o supervisan continuamente el cumplimiento de sus deberes. Esta actitud lo hace dependiente y lo acostumbra a que sus padres resuelvan su desorden, le ayudan a encontrar lo que perdió, o se responsabilizan de sus obligaciones. Por el momento le facilitan la vida pero no le ayudan a formarse.
El tiene que hacerse cargo de sus cosas. Una táctica que puede funcionar es hacer que observe el desorden desde afuera., preguntarle sin reclamos: “Tú, ¿cómo lo ves?” “¿es fácil encontrar lo que necesitas?” Invitarlo a que él mismo lo perciba. Después, hay que acordar la forma de arreglarlo, poner un límite, fijar consecuencias y respetar el pacto con firmeza y constancia.
Otro hábito del que no se habla mucho pero que es muy apreciado en la vida social es la cortesía., Ya que, ésta es una forma de respeto y consideración. La etapa escolar es un momento muy adecuado para enseñar al niño a interesarse por los demás y expresar ese interés de distintas maneras: ser puntual, escuchar con interés, contestar cortésmente, esperar su turno, no interrumpir a otros, dar muestras de gratitud (notas, dibujos, pequeños regalos), dejar pasar, abrir la puerta, ayudar a cargar, ceder el asiento, etcétera. Los niños amables y atentos con los demás hacen sentir bien a otras personas y las predisponen positivamente.
Existen otras actividades que podríamos colocar en la categoría de hábitos y que realizamos por placer. Aunque a veces algunos padres no les dan mucha importancia, actividades como leer, escuchar música, hacer deporte, ver televisión y conversar, en realidad tienen un gran peso para lograr un desarrollo armónico en el niño, y es necesario encontrar un balance entre las actividades que el niño realiza por hábito.
Por último y esperando que toda esta información te sea de gran utilidad, te sugiero pruebes las siguientes recomendaciones.
- Sé constante y firme. Los hábitos se logran con la repetición.
- No intentes imponer hábitos con brusquedad ni con castigos. No lo lograrás y harás sufrir a tus hijos.
- Respeta la rutina y los horarios establecidos para que tus niños se acostumbren a ellos.
- Felicita a tus hijos cuando cumplan a tiempo con sus responsabilidades.
- Organiza junto con tus hijos el orden de las actividades en familia, se clar@ y explica las razones por las que conviene establecer ciertas rutinas.
- Cuando quieras iniciar el aprendizaje de un hábito, escribe o dibuja una gráfica junto con tus niños y ponla en un lugar visible., de esta forma será más sencillo recordarlo. Incluye la lista de las actividades que se deben realizar, los tiempos, lugares y la forma de llevarlas a cabo.
- No trates de enseñar todos los hábitos a la vez. Ve incorporándolos poco a poco, empezando por los que tú consideres más importantes.
- No cambies las reglas del juego ni te olvides de aplicar las consecuencias en caso de que no se cumplan.
- No ordenes las cosas de tus hijos si ellos son capaces de arreglarlas.
- Enséñales con el ejemplo cómo ser ordenado.
- No te desesperes., enseñar hábitos a los niños toma tiempo y trabajo.
- Trata de que en tu familia se respete la recomendación: “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”
- Establece en tu familia hábitos de cortesía. Pide a tus niños que encuentren formas de hacer sentir bien a los demás. Bríndales tú un buen ejemplo., trata a tus hijos y a las demás personas con amabilidad y respeto.
Bien, pues ya tienes una gran herramienta para iniciar el año con excelentes resultados. Si tienes alguna duda o requieres de más información, no dudes en contactarme que con gusto te atenderé.