En nuestra cultura, el concepto de culpa y el de castigo van unidos. El castigo nos permite “pagar” aquello que hemos hecho mal,  ya sea de pensamiento, de palabra o de obra. Este pago nos deja libres del sentimiento de culpa, de remordimiento y de intranquilidad interna, y al estar en paz con uno mismo nos deja en disposición mental de concentrarnos en otros asuntos distintos al que generó la culpa.

Además, salda nuestras deudas con la sociedad, con lo que la relación con nuestros semejantes queda libre de interferencias. Este esquema es el que domina en nuestra sociedad.

El castigo puede ser impuesto por alguien externo, pero también puede ser la propia persona la que se imponga el castigo por una determinada falta que haya cometido, y  es este el ejemplo de la persona obesa.

La obesidad, o la incapacidad para adelgazar eficazmente y mantener el peso adecuado, al ser para la sociedad actual y para muchas personas algo negativo, desagradable, una especie de “cruz que llevan encima”, se convierte en una buena penitencia para quienes se auto-castigan.

Al estar obeso, las miradas incómodas de los allegados, o simplemente de algunas personas ya sea en el trabajo, escuela y hasta en la misma calle., la ausencia de miradas de deseo por parte del sexo opuesto, la incomodidad de la ropa que aprieta, el cansancio y la torpeza de movimientos que genera, y sobre todo el mirarse en el espejo y no gustarse, es un castigo apropiado para la mente de algunas personas que se sienten culpables o “pecadoras”.

Lo que causa el sentimiento de culpa es diferente en cada persona, de acuerdo al código de valores y a la versión subjetiva que cada una tiene. Lo que para algunos puede no tener importancia, para otros puede ser una gravísima falta. Es decir, que los motivos por los que alguien puede sentirse culpable son profundamente subjetivos, por un excesivo escrúpulo de conciencia. (Esto ocurre a veces tras años de ser censurados y castigados en la infancia y con esto lograr aprender a autocastigarse).

Algunas situaciones que pueden generar culpa:

ü  Deseos inapropiados, (desde la perspectiva de la persona)

ü  Tentaciones o simples fantasías de infidelidad.

ü  Sensación de no dar en el ámbito afectivo todo lo que debería darse a los seres queridos tales como: Hijos, Pareja, padres, amigos, etc.,

ü  Estar siempre preocupad@ por cubrir las expectativas de los demás en cuanto a los diversos ámbitos tales como en lo físico, social y emocional, lo cual por supuesto genera un conflicto psicológico que hace a la persona obesa seguirse refugiando en su necesidad de una mayor ingesta en alimentos calóricos para llenar ese vació y sensación de culpabilidad que le embarga. (estados alarmantes de ansiedad)

ü  El haber perjudicado a una persona cercana ya sea real o imaginariamente.

ü  personas que al realizar determinada conducta, aunque solo les repercuta a ellos mismos, sienten que es impropia en su escala de valores, etc., y como esto, son muchos los ejemplos.

Lo fundamental es entender que, cuando transgrede el código de conducta propio o social, la persona se siente culpable, y es frecuente que busque una penitencia para que los sentimientos de culpa dejen de hacerle daño, siendo la obesidad el castigo que muchas personas se imponen.

Este uso de la obesidad como forma de auto castigo afecta más al sexo femenino, y es, en la inmensa mayoría de los casos, inconsciente.

Debe considerarse que la insatisfacción debida a las circunstancias externas puede ocasionar un aumento del placer de comer, a modo de compensación, pero que, en este caso, la insatisfacción es de la persona consigo misma, y lo que intenta no es reponer el equilibrio entre placer y displacer, sino imponerse una sanción por un comportamiento que percibe como incorrecto.

Yo te invito a que si la anterior información te describe o conoces a alguien con esta problemática le sugieras buscar ayuda profesional., ya que el apoyo psicológico es el factor más importante que podrá ayudarte a salir adelante y recuperar tu autoestima para enfrentar cualquier situación de una forma más equilibrada sin caer en riesgos que pongan en peligro no solo tu salud, sino, hasta tu vida.

Te recuerdo que lo ideal en estos casos es tratarse de forma multidisciplinaria, me refiero con apoyo médico, nutricional, psicológico y actividad física.

No dudes en contactarme y toma en cuenta que todo esto que acabas de leer generalmente inicia en la infancia, así que, si aparte de ti, alguno de tus hijos o familiar está en la etapa infantil desarrollando todo ese sentimiento de culpa y refugiándose en excesiva ingesta de alimentos, no esperes más y busca la ayuda profesional.