El paciente sería una persona normal que de buenas a primeras estalla a golpes con algún compañero de trabajo, su pareja o sus familiares, tras recibir alguna crítica o reproche por parte de éstos. Hay que diferenciar este trastorno del Trastorno de Personalidad Antisocial, ya que a diferencia de éste, el paciente afectado por el Trastorno Explosivo Intermitente puede ser una persona sociable, con estrictas normas morales y una conducta de lo más adecuada pero que en determinadas situaciones “pierde los estribos” sintiendo después culpa y remordimientos por su acción, mientras que el Antisocial hace daño de una manera fría e intencionada, siguiendo únicamente sus intereses y no se preocupa por los daños que pueda ocasionar a los demás o, si siente remordimientos, éstos son mínimos.
Todos hemos explotado alguna vez ante situaciones de estrés y hemos tenido reacciones un poco exageradas, pero en el caso de éstos pacientes, dichas reacciones son aun más desproporcionadas. Pero, ¿Por qué una persona educada y sociable puede estallar de esta manera? Dejando al margen ciertos factores biológicos que pudieran influir en una activación agresiva más rápida por parte de estos sujetos, me voy a centrar en los aspectos de aprendizaje durante la vida de estas personas.(osea el entorno en que se han desarrollado) Sus reacciones ante determinadas situaciones, son mayores de lo que deberían porque, ésta ira, no solo ha sido desencadenada por dicha situación, sino que es consecuencia de frustraciones, injusticias y situaciones estresantes que la persona ha ido arrastrando a lo largo de su vida.
Imaginemos que un empleado da un golpe a su jefe simplemente por que éste le ha pedido que trabaje más horas extras esa semana. Pensaríamos que está loco. Pero si tenemos en cuenta que esa situación sólo ha sido la gota que derramó el vaso y que lo que ha “llenado” de tensión a la persona, no sólo ha sido el tener que trabajar más horas de las que tenía pensado, sino el que, por ejemplo, hace unas semanas que su mujer le pidió el divorcio, tiene a su madre hospitalizada con cáncer, hace dos meses que le robaron el coche y además, de pequeño, fue ridiculizado por sus compañeros en la escuela y tuvo una educación demasiado estricta por parte de sus padres. Un niño al que regañan por cualquier expresión emocional (recuerda eso que algunos padres erróneamente indican: los niños no lloran, los niños no abrazan ni besan, eso es cosa de niñas) y al que no paran de repetirle lo importante que es mostrarse educado y correcto ante los demás, acabará siendo un adulto tímido y reprimido.
No sabrá expresar su inconformidad y se dejará “pisotear” por los demás, hasta que la tensión se hace inaguantable y entonces explota, aparentemente, “a la mínima”. Su reacción agresiva es excesiva porque la tensión que ha ido aguantando también es excesiva. La mayoría de las personas protestan y se quejan cuando las cosas no les salen bien o alguien se porta de manera injusta con ellos, pero, en el caso de los pacientes Explosivo-Intermitentes, debido a la importancia que se le ha dado a los buenos modales durante la infancia o a la timidez y baja autoestima debido a una posible sobreprotección de los padres, no son capaces de expresar asertivamente su inconformidad y solo protestan a modo de “explosión” cuando la tensión se ha hecho ya insoportable.
Es importante con esto el darnos cuenta que una persona Explosiva- Intermitente, no lo es nada más porque sí, sino que tal como explico anteriormente, trae una carga emocional bastante afectada y es como una olla express, se ha ido acumulando, acumulando, hasta que pum, explota, para ello es importante que si tú o alguien cercano a ti actúa de esta manera, considere el buscar ayuda profesional, ya que seguramente habrá momentos difíciles que puede superar, vivencias reprimidas que puede trabajar y después de esto tener una vida más satisfactoria, más tranquila y sobre todo, aprenderá a usar la asertividad, que significa: tener la libertad de expresar lo que piensa y siente sin dañar a los demás.
Este trastorno se caracteriza por reacciones agresivas que aparecen en algunas personas de forma súbita y que resultan desproporcionadas con respecto al incidente que las desencadenó. Los sistemas diagnósticos actuales excluyen aquellas reacciones agresivas que se dan en la esquizofrenia o bajo los efectos de determinadas sustancias.