Es importante tener en cuenta que en esta etapa del desarrollo las reacciones del duelo serán más sostenidas en el tiempo, esto debido a que el anciano tiene más dificultades para adaptarse a los cambios. La pérdida es el tema predominante en la vida emocional del anciano. Para el anciano la muerte no solo le pone término a la vida, sino que ahora esta más presente que nunca. El duelo en el anciano es similar al del niño, debido a que en la senectud se produce una vuelta a la dependencia. John Bowlby (1980) plantea que esa actitud de búsqueda o vuelta a la dependencia, se debe a la expresión de la respuesta instintiva a la separación que observamos en la infancia. Este impulso no solo se provoca cuando perdemos a la figura de apego más importante en cualquier etapa de la vida, sino que es específico de los seres humanos. Esto produce una disminución de la capacidad para el duelo. La dependencia que presenta el anciano lo lleva a desarrollar conductas no patológicas y adaptativas a la pérdida. También necesitan un sustituto que les brinde seguridad, ya que la pérdida de la persona querida amenaza esta seguridad. No obstante, en otros casos, no parece haber un intento de búsqueda de sustituto, presentándose conductas autodestructivas, en un aparente intento de reunión con la persona perdida, sin mostrar signos de dolor por esta pérdida. El anciano en condición de dependencia, parecerá estar más preparado para su propia muerte que la del objeto de su dependencia
Viudez en la tercera edad.
La viudez en esta etapa esta acompañada de la soledad, entendida como la crisis que se produce por la pérdida de personas queridas. Esta es una de las experiencias más duras a las cuales se ve enfrentado el adulto mayor, el hecho de perder al ser con quien ha compartido una larga etapa de su vida. Es importante el papel que juegan los hijos en esta situación, ya que son ellos quienes deben tratar de aliviar esa soledad.
Durante el primer año de condolencia o duelo, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta tener reacciones fóbicas, lo que no implica totalmente el hecho de estar desarrollando un cuadro patológico.
Otro punto importante a destacar es el hecho de que debido a que el ciclo de la vida de los hombres es más corto, y estos suelen ser mayores que sus esposas, la situación de viudez es más normal entre las mujeres mayores. Lo cual acarrea una serie de conflictos, no sólo por la muerte del cónyuge sino además por el hecho de tener que enfrentar ahora la vida sola. Si el marido, en este caso, ha sido la principal fuente de sustento ya sea económico, afectivo o de otra índole, su muerte suele implicar cambios en el nivel de vida. Incluso el despertarse adquiere otro significado cuando nos damos cuenta que a nuestro lado ya no hay nadie. Las mujeres viudas aprenden a funcionar en su propia casa sin la presencia de su marido. Ellas además enfrentan numerosos estresores que desatarán los recursos adaptativos. También tiene fuertes fluctuaciones en sus recursos financieros. La mayoría de las mujeres siente que la pérdida del esposo es una pérdida de apoyo emocional. Por su parte los hombres viudos, tienden a sufrir de intensa depresión luego de la muerte de sus esposas, lo cual se traduce en la búsqueda rápida de una nueva pareja para casarse. La persona viuda, entonces, debe reconstruir una identidad cuyo elemento esencial pudo haber sido la persona casada durante la mayor parte de su vida adulta. Como plantea el psiquiatra Colin Parkes (1972), aun cuando las palabras siguen siendo las mismas, cambian de significado. La familia no es lo que era. Ni el hogar, ni el matrimonio.
Si ahora nos centramos en como será la vida de las personas viudas veremos que, como lo constató Helena Lopata (1979) en sus dos estudios clásicos realizados a viudas de más de 50 años en Chicago, Estados Unidos, quienes llevaban una media de once años en tal condición. Ella concluyó que la mayoría de las mujeres vivían solas. Esto debido a que necesitaban una independencia de los hijos. A su vez, descubrió que el ingreso mensual que recibían había disminuido a casi la mitad luego de la muerte del cónyuge. Pero lo que más llama la atención es que las entrevistadas manifestaron que su identidad como esposa había sido esencial en su vida adulta.
Tratamiento Psicoterapéutico.
Como una manera de tratar el proceso de duelo normal desde la terapia se debe fomentar el deporte así como también el establecer una nuevas relaciones y realizar otras actividades ajenas a lo cotidiano. Mas específicamente el tratamiento psicoterapéutico debe apuntar a favorecer la revisión de la relación personal con el fallecido, ayudar al paciente a expresar el dolor y la angustia, a reconocer las alteraciones cognitivas, afectivas y de conductas secundarias al duelo, así como también, encontrar una representación intrapsíquica del fallecido para evitar interpretaciones con mucha carga de conflicto. Además debe potenciar los mecanismos de adaptación del paciente, debe permitir la transferencia, y por último, debe facilitar la transmisión de la dependencia del fallecido a otras fuentes de gratificación cuando sea necesario.
Si ahora nos centramos en el tratamiento para enfrentar el dolor de la depresión en el anciano producido por el duelo patológico, el tratamiento farmacológico será administrarle fármacos al anciano en pequeñas dosis que actúan sobre la serotonina y la noradrenalina. Y el tratamiento terapéutico suele ser difícil ya que están constantemente rememorando la pérdida.
La familia, un sacerdote o los servicios de una organización pueden ayudar para restablecer un puente con el mundo exterior. Es importante por esto que el Psicólogo mantenga contacto con los familiares para así conocer como afectó la pérdida a nivel familiar y para que estos conozcan la situación del anciano, y así ser un apoyo y una compañía.
Por lo tanto, si tú, o algún familiar se encuentran en una situación como ésta, no dudes en contactarme pues será la fuente más apropiada para aprender a enfrentar tu dolor y continuar así tu estancia en la vida.